Seguimos moviéndonos. Rápido. La advertencia de Scrappy sobre haber alertado a media Red de Sombra pesa sobre nosotros. Bajo su guía experta, nos adentramos en un laberinto aún más complejo y peligroso de túneles y pasajes olvidados.
El viaje es agotador y aterrador. Atravesamos antiguas secciones de alcantarillado donde el agua fétida nos llega a la cintura, el olor nauseabundo aferrándose a nosotros. Escalamos por conductos de ventilación verticales, usando peldaños de metal oxidados que crujen ominosamente bajo nuestro peso, amenazando con ceder en cualquier momento y enviarnos a una caída mortal en la oscuridad. Cruzamos abismos negros y profundos sobre vigas de metal precarias, que gimen y se balancean con cada paso cuidadoso.
La oscuridad es casi constante, rota solo por la fiel lámpara de aceite de Scrappy, el brillo ocasional de los extraños hongos bioluminiscentes, o la chispa moribunda de algún panel eléctrico olvidado que amenaza con electrocutarnos.
Aprendo rápidamente a confiar ciegamente en Scrappy. Su conocimiento de la Red es asombroso. Parece tener un sexto sentido para el peligro. Se detiene antes de entrar en cámaras oscuras, escuchando sonidos que yo soy incapaz de percibir por encima del ruido blanco de los Ecos amortiguados. Señala manchas de aspecto inocente en las paredes o el suelo que, según ella, son hongos explosivos, nidos de parásitos perforadores de carne o trampas de presión olvidadas. Nos advierte sobre secciones de suelo inestable que podrían derrumbarse bajo nuestros pies o bolsas de gas venenoso incoloro e inodoro acumulado en depresiones.
Varias veces, cambiamos de ruta abruptamente. Scrappy se detiene, su ojo cibernético brillando mientras escanea la oscuridad o consulta su dispositivo de muñeca, y luego nos desvía por un túnel lateral apenas visible. "Patrulla de los Barones más adelante", murmura en una ocasión. "Nido de Reptadores Sombríos", dice en otra. "Zona de caza de los Caníbales del Túnel", advierte en una tercera. Parece conocer cada facción, cada criatura, cada peligro de este infierno subterráneo. Sin ella, ya estaría muerto diez veces.
A pesar del peligro constante, o quizás debido a él, empiezo a sentir una extraña camaradería con ella. Su pragmatismo sin adornos, su competencia brutal y su humor negro y sarcástico son un ancla en este caos.
Finalmente, después de lo que parecen horas de tensión ininterrumpida, Scrappy nos guía a una pequeña alcoba lateral, un hueco relativamente seco y defendible en la roca. "Descanso", anuncia. "Necesitamos reponer energías. Y yo necesito recalibrar mi brazo." Se sienta y empieza a manipular los cables expuestos de su prótesis cibernética con herramientas sacadas de su bolsa.
Saca un par de barras de nutrientes de aspecto denso y me lanza una. "Come."
Mientras masticamos en silencio el sustituto alimenticio insípido pero necesario, me atrevo a romper el silencio. "¿Así que los Custodios te parecen solo... conserjes?", pregunto, recordando su comentario anterior.
Scrappy resopla, sin dejar de trabajar en su brazo. "¿Conserjes glorificados tratando de mantener un edificio en ruinas apuntalado con cinta adhesiva psíquica? Sí, eso suena bien." Levanta la vista, su ojo orgánico encontrando el mío en la penumbra. "Dijiste que querían 'estabilidad', ¿verdad? Que querían preservar la 'integridad de la Señal'."
"Eso dijeron", confirmo.
"Todos quieren estabilidad, Archivero", dice con un deje de cinismo profundo. "Es la excusa universal para justificar cualquier atrocidad. Los Silenciadores la quieren a través de la ignorancia y la represión, borrando cualquier cosa que no encaje en su visión ordenada. Los Cultores del Eco Roto la quieren a través de la aniquilación total, el 'Silencio Final' que acabará con todo. Los Mecanistas la quieren a través del control mecánico absoluto, reemplazando el caos orgánico con lógica fría." Hace una pausa, su mirada endureciéndose. "Y los Custodios la quieren manteniendo el equilibrio precario actual, este sistema corrupto y roto, sin importar cuántos sufran o mueran mientras ellos 'preservan la Señal'."
Da un mordisco a su barra de nutrientes. "Nadie tiene la respuesta correcta, Silas. Solo diferentes tipos de locura compitiendo por imponerse."
Su visión es sombría, pero terriblemente lúcida. "¿Y tú?", pregunto en voz baja. "¿Qué tipo de locura prefieres?"
Scrappy sonríe torcidamente, una expresión que mezcla desafío y cansancio. "La mía propia", responde. "La locura de intentar seguir siendo independiente en un mundo que quiere clasificarte, controlarte o devorarte. La locura de buscar conocimiento y tecnología no para dominar, sino para sobrevivir y, quizás..." Su mirada se posa en su brazo cibernético, ahora funcionando suavemente tras sus ajustes. "...quizás construir algo mejor sobre las ruinas. Algo que funcione. Pieza a pieza."
Su respuesta resuena en mí. En su pragmatismo brutal, en su rechazo a las grandes ideologías, encuentro algo admirable. Una forma de honestidad cruda en medio de la locura generalizada. Quizás, solo quizás, he encontrado a alguien en quien puedo confiar. Al menos, hasta que nuestros caminos se separen. O hasta que la deuda que tengo con ella sea cobrada.
Transmisión recibida: 4/17/2025
ID: 48