Transmisión 492

Fecha: 19.04.2189 (?) Hora: Indeterminada

El tiempo pierde su significado en la profunda estasis inducida (T491). Silas flota en un vacío frío y silencioso, su cuerpo mantenido en un estado de animación suspendida por la vibración subsónica y la luz violeta de la interfaz. Las funciones vitales permanecen en sus niveles mínimos: el pulso es un eco lejano, la respiración casi imperceptible, la temperatura corporal estabilizada en un punto peligrosamente bajo pero constante.

La interfaz es la única entidad activa en esta quietud. Su luz violeta baña la costra endurecida y la piel circundante con una luminiscencia helada y constante. La vibración subsónica es inmutable, un zumbido fundamental que mantiene el metabolismo de Silas al borde del cese total.

Internamente, la interfaz procesa datos continuamente. Sensores microscópicos monitorizan cada fluctuación mínima en los signos vitales, la composición química de la sangre, la actividad neural residual. No hay cambios significativos. La estasis es estable, un equilibrio precario pero sostenido. La interfaz no detecta necesidad de intervención adicional; ni soporte químico (T481/T483), ni ajuste de la vibración. Simplemente mantiene el estado actual, preservando.

Sin embargo, en medio de este silencio impuesto, un nuevo dato entra en los sensores de la interfaz. No proviene de Silas, sino del entorno. Una vibración externa, extremadamente débil y de baja frecuencia, intermitente. Un retumbar distante que viaja a través del metal del conducto. Es irregular, apareciendo y desapareciendo sin un patrón claro.

La interfaz registra la vibración externa. Sus procesadores la analizan, comparándola con las firmas conocidas del entorno (goteos, flujo de aire, actividad estructural menor). Esta vibración es diferente, más profunda, con armónicos inusuales. No representa una amenaza inmediata para Silas ni para la integridad de la interfaz. Por ahora, la clasifica como ruido ambiental anómalo y continúa su monitorización principal del estado de estasis. Pero el dato queda registrado, una nota discordante en la quietud vigilada.