TRANSMISIÓN 52
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Transmisión 52

Transmisión 052

Fecha: 21.02.2189 Hora: 09:30

El conducto de ventilación termina abruptamente. Salgo a trompicones, arrastrándome los últimos metros, y me encuentro en una cornisa estrecha que se asoma a una oscuridad insondable. Estoy en los Distritos Olvidados.

El silencio aquí es diferente. No es la ausencia de ruido de los niveles superiores, siempre preñada del zumbido lejano de la maquinaria o el goteo del agua. Este silencio es pesado, antiguo, opresivo. Como si el propio sonido hubiera sido aplastado y olvidado bajo el peso de incontables eones.

No hay luces artificiales, ni siquiera el brillo fantasmal de los hongos que iluminaban los túneles de Scrappy. La única luz proviene de... mí. Mi sensibilidad a los Ecos, más aguda ahora, parece generar una luminiscencia residual tenue, una forma de "ver" las corrientes de energía psíquica que fluyen en la oscuridad. Y lo que veo, o siento, es aterrador.

Estoy al borde de un abismo. No solo una caída física, aunque parece descender eternamente, sino una herida abierta en la estructura misma de la ciudad, una grieta que atraviesa capas geológicas y temporales. De sus profundidades insondables emanan Ecos de una antigüedad inimaginable. Ecos prehumanos. Ecos de fuerzas tectónicas primordiales. Ecos de formas de vida alienígenas que habitaron este lugar mucho antes de que existiera Oakhaven. Son vastos, ajenos, y siento que podrían disolver mi propia conciencia si me concentro demasiado en ellos.

La cornisa sobre la que estoy es de una piedra oscura, volcánica, extrañamente cálida al tacto, vibrando con una energía lenta y profunda. Parece parte de una estructura mucho más antigua que la propia Necrópolis, los cimientos expuestos de una civilización olvidada.

Scrappy me dijo que siguiera adelante, hacia las profundidades. Y recuerdo la sensación del Corazón Silente, ese punto de calma que sentí antes de entrar al conducto. Cierro los ojos, ignorando la cacofonía abrumadora que sube del abismo, y busco de nuevo esa ausencia de ruido, ese hilo de silencio en el océano de Ecos.

Lo encuentro. Débil, muy lejano, pero perceptible. Una línea de calma relativa que atraviesa la oscuridad, hacia mi izquierda y descendiendo ligeramente.

Ese es mi camino. Mi única guía en este lugar olvidado por el tiempo.

Respiro hondo el aire frío y extrañamente seco, que huele a ozono y metal. El peso de los eones parece presionarme físicamente. Con extrema cautela, comienzo a avanzar por la cornisa estrecha, hacia el silencio prometido y los misterios desconocidos de los Distritos Olvidados.

Transmisión recibida: 4/17/2025

ID: 52