Avanzo por la cornisa antigua, un paso cuidadoso tras otro. A mi derecha, la pared sólida de roca volcánica, extrañamente cálida y vibrante. A mi izquierda, la caída insondable hacia el abismo de los eones, de donde asciende una cacofonía de Ecos primordiales que amenazan con desgarrar mi mente. Mantengo una mano apoyada en la pared, usando mi sensibilidad agudizada no solo para seguir el débil hilo de silencio, sino también para "sentir" el camino por delante. La luz interna que ahora percibo me permite detectar fisuras en la piedra, secciones que vibran con inestabilidad, antes de confiarles mi peso. Es una forma de navegación lenta y tensa, donde un paso en falso significa la aniquilación.
El aire aquí sigue siendo extraño. Frío, pero seco, con ese olor metálico y ozónico persistente, como la calma cargada antes de una tormenta eléctrica arcana. Hay una estática peculiar en el ambiente, diferente a la de los Ecos habituales. Es más fundamental, más profunda. La sensación es difícil de describir, pero es como si las propias leyes de la física estuvieran... desgastadas, deshilachadas en los bordes. Como si la realidad misma fuera delgada aquí.
Mientras avanzo, mis dedos rozan algo incrustado en la pared de la cornisa. Me detengo y enfoco mi percepción. No es solo roca. Son estructuras. Formas geométricas complejas, hechas de un material cristalino oscuro que parece absorber la poca luz ambiental que mi propia sensibilidad genera. Son múltiples, apareciendo a intervalos irregulares a lo largo de la pared.
Pulsa débilmente con una energía interna, y al concentrarme, siento Ecos emanando de ellas. No son Ecos emocionales o históricos como los que estoy acostumbrado a sentir. Son... diferentes. Ecos de pensamiento puro. De matemáticas increíblemente complejas. De manipulación de energía a una escala que apenas puedo empezar a concebir. ¿Tecnología? ¿Arte? ¿Componentes de alguna máquina inimaginable construida por los Arquitectos del Vacío, la civilización que precedió a la Era del Fulgor?
Siento un impulso de tocarlas, de intentar comprender su propósito, pero una advertencia instintiva me detiene. Son peligrosas. Interactuar con ellas podría tener consecuencias impredecibles. Aparto la mano y continúo mi camino, dejando atrás los misteriosos cristales incrustados.
La cornisa comienza a descender gradualmente, serpenteando a lo largo del borde del abismo. El hilo de silencio que sigo se vuelve ligeramente más fuerte, más claro, tirando de mí hacia adelante. Después de lo que parece una eternidad caminando al borde del vacío, llego a una abertura en la pared.
Es la entrada a un túnel, excavado directamente en la roca antigua. Oscuro. Silencioso. Y el hilo de calma relativa, mi única guía, parece conducir directamente a su interior.
Dudo. Entrar en un túnel desconocido en este nivel, en este lugar donde la realidad se siente tan frágil, es un riesgo enorme. Podría ser una trampa, un callejón sin salida, o el hogar de algo peor que los Ecos del abismo. Pero la cornisa no parece continuar mucho más allá, y retroceder no es una opción. El Cazador sigue ahí fuera.
Respiro hondo el aire cargado de ozono. El silencio llama. Con el corazón latiendo con fuerza, me adentro en la oscuridad del túnel, dejando atrás el abismo y siguiendo la promesa de calma hacia lo desconocido.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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