El ciclo concedido por la Custodia se extiende ante mí, un lapso de tiempo suspendido en la quietud artificial del Nexo del Silencio. Me siento en el suelo liso y frío de la caverna, a una distancia prudencial de la entrada del túnel, manteniendo la colosal máquina flotante a la vista. Su lenta rotación, el suave zumbido de baja frecuencia y la intensa luz blanca de su núcleo son mi única compañía.
El silencio aquí es... antinatural. No es la ausencia de sonido, sino una supresión activa del ruido psíquico, de los Ecos que normalmente saturan mi percepción. Esta calma forzada es a la vez un alivio para mis sentidos sobrecargados y profundamente inquietante. Sin la cacofonía habitual, mis propios pensamientos resuenan con una claridad incómoda, amplificados en el vacío.
Intento meditar, ordenar el torbellino de información, miedo y opciones que me asaltan.
Los Custodios: ofrecen conocimiento, entrenamiento, seguridad relativa. Pero a cambio de mi cooperación, de convertirme en una herramienta para su agenda de "sanación lenta". ¿Cuál es el verdadero coste de su ayuda? ¿Acabaré vinculado a esta máquina, sacrificándome como ellos?
Los Mecanistas: pragmáticos, tecnológicos, ofrecen soluciones concretas. Pero fríos, calculadores, con una filosofía de orden mecánico que desprecia lo orgánico y lo psíquico. ¿Qué harían con el mapa? ¿Qué pasaría con aquellos que no encajan en su visión racional?
Los Cultores del Eco Roto: la aniquilación como respuesta. La amenaza existencial obvia. Hay que detenerlos, pero ¿cómo?
El Cazador: la amenaza desconocida, personal, implacable. Siguiéndome por razones que no comprendo.
Y yo. Atrapado en medio, con un poder que apenas entiendo y un mapa que podría destruir o salvar la realidad. Cada camino parece peligroso, cada elección una posible trampa.
Saco el mapa estelar de mi túnica. Incluso aquí, en la influencia amortiguadora del Nexo, siento su poder contenido, una vibración sutil bajo mis dedos. La estática es mínima, pero la conexión subyacente con la Cicatriz, con esa inteligencia entrópica, sigue ahí, latente. Despliego el antiguo vitelo sintético, mis ojos recorriendo los patrones alienígenas, las constelaciones olvidadas, el símbolo brillante de la Unidad Rota superpuesto al Corazón Vacío.
La Custodia dijo que aquí podría acceder a Ecos controlados, a registros históricos. ¿Podría usar este lugar, esta máquina, para empezar a descifrar el mapa? ¿Para entender su propósito, su funcionamiento, antes de tomar una decisión sobre mi futuro?
Es un riesgo. Interactuar con una tecnología tan antigua y poderosa podría ser peligroso. Pero la ignorancia es aún más peligrosa.
Me concentro, reuniendo mi voluntad. Extiendo mi sensibilidad, no hacia los Ecos ambientales (que están suprimidos), sino hacia la propia máquina Nexo, hacia la esfera de luz blanca en su centro. No sé si funcionará, si la máquina responderá a alguien que no sea un Custodio. Pero tengo que intentarlo.
Formulo una petición mental, no con palabras, sino con intención pura, proyectándola hacia la máquina: Muéstrame. Ayúdame a entender este mapa. Muéstrame la Era del Fulgor. Muéstrame la Cacofonía. Muéstrame la verdad.
Contengo la respiración, esperando una respuesta, sin saber si llegará o qué forma tomará. La máquina sigue girando lentamente. La luz blanca pulsa con calma. El silencio artificial me envuelve.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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