TRANSMISIÓN 68
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Transmisión 68

Transmisión 068

Fecha: 09.03.2189 Hora: 14:00

Sigo la ruta trazada en el mapa mental que la Custodia implantó en mi conciencia. La cornisa sobre el abismo se vuelve aún más precaria en algunos tramos, pero el mapa me guía hacia una serie de aberturas en la pared de roca, entradas a túneles y cámaras interconectadas que serpentean a través de las ruinas de los Arquitectos del Vacío. Es un camino tortuoso, claramente diseñado para evitar las zonas más peligrosas que la Custodia conocía, pero aun así, el viaje es tenso y agotador.

El aire aquí, en las profundidades de estas ruinas antiguas, sigue cargado con esa estática fundamental, esa sensación perturbadora de que la realidad misma es delgada, desgastada por el tiempo y los cataclismos olvidados. Los Ecos son abrumadoramente antiguos, vastos, como el murmullo incomprensible de un océano cósmico. Mi sensibilidad agudizada me permite ahora distinguir corrientes más sutiles dentro de ese océano –las cicatrices dejadas por esa invasión cristalina pre-Cacofonía, las débiles resonancias de la tecnología alienígena de los Arquitectos– pero la mayor parte sigue siendo un ruido insondable. Y siempre, siempre, siento el rastro frío y persistente del Cazador de Ecos, una presencia depredadora que sigue mi camino, acercándose lenta pero inexorablemente.

El mapa mental me guía a través de un laberinto de cámaras más pequeñas y pasillos parcialmente derrumbados. Aquí, los restos de los Arquitectos son más evidentes, más tangibles. Veo murales descoloridos grabados directamente en las paredes lisas de roca tallada, representando patrones geométricos increíblemente complejos y escenas abstractas que parecen mostrar a los seres altos y delgados interactuando con energías cósmicas, tejiendo la estructura de la realidad. Encuentro maquinaria rota, hecha de ese material cristalino oscuro que absorbe la luz, ahora inerte pero aún vibrando con un poder residual que me pone los pelos de punta. Veo grandes portales arqueados, elegantemente tallados, que ahora conducen a paredes sólidas de roca derrumbada o, peor aún, a una nada brillante y vacía que mi instinto me grita que no debo ni mirar.

Es un cementerio. Un cementerio de una civilización inimaginablemente avanzada y antigua. Caminar por estas ruinas es como caminar entre los huesos de dioses muertos. El peso de los eones es casi físico, una presión constante en mi mente, un recordatorio de la insignificancia de mi propia existencia frente a la vastedad del tiempo y el cosmos.

En una de las cámaras más grandes, una especie de plaza subterránea abovedada, encuentro evidencia de ocupación más reciente. Restos de hogueras apagadas hace tiempo. Grafitis extraños y toscos pintados sobre los elegantes murales de los Arquitectos, símbolos de bandas o advertencias crípticas. Herramientas rotas y equipo de carroñero abandonado. Y el Eco agrio y desagradable del miedo, la codicia y la desesperación de aquellos que vinieron antes que yo a saquear estas tumbas antiguas. La Red de Sombra, con sus habitantes desesperados y peligrosos, se extiende incluso hasta estas profundidades olvidadas.

Recuerdo la advertencia específica en el mapa mental de la Custodia sobre una banda conocida como los "Susurrantes Ciegos". Se decía que frecuentaban estas ruinas. Humanos mutados por la exposición prolongada a Ecos inestables, que habían perdido la vista pero desarrollado una forma de ecolocalización psíquica. Territoriales. Hostiles. Aguzo mis sentidos, mi sensibilidad a los Ecos barriendo constantemente mi entorno, buscando cualquier firma psíquica que indique su presencia. Por ahora, solo siento los Ecos fríos y viejos de los muertos y los fantasmas de los carroñeros que pasaron por aquí. Pero la tensión aumenta. No estoy solo en estas ruinas.

Transmisión recibida: 4/17/2025

ID: 68