Una vez que el temblor de mis manos disminuye y mi corazón vuelve a un ritmo menos frenético, me levanto del círculo de arena plateada. El Cazador se ha ido, por ahora, pero la necesidad de entender y controlar mi propia firma de Eco es más urgente que nunca.
Aprovecho la relativa seguridad de esta pequeña cámara oculta para examinarla con más detalle. Es claramente obra de los Arquitectos del Vacío: las paredes lisas, los muebles rotos de cristal oscuro, los nichos vacíos. ¿Qué propósito tenía este lugar? ¿Una habitación personal? ¿Un laboratorio? ¿Un santuario de meditación con su propio amortiguador de Ecos?
Mis ojos recorren los nichos en las paredes. La mayoría están vacíos, cubiertos de polvo milenario. Pero en uno de ellos, en una esquina oscura, noto algo. No está vacío. Hay un objeto pequeño y oscuro descansando en su interior.
Me acerco con cautela, mi mano instintivamente cerca de mi cuchillo. Después del encuentro con el Cazador, mi paranoia está al máximo. El objeto es un libro. O algo que se le parece mucho. Es relativamente pequeño, del tamaño de un manual de campo. Está encuadernado en un material flexible y oscuro que parece cuero antiguo, pero al tocarlo tiene una textura extraña, ligeramente gomosa, casi... viva. No hay título en el lomo ni en la cubierta, solo la superficie oscura y lisa.
Lo cojo con cuidado. Es extrañamente ligero para su tamaño. Al tocarlo, no siento un Eco fuerte y vibrante como el del mapa estelar. En su lugar, percibo algo mucho más sutil: una resonancia profunda y tranquila. Una sensación de conocimiento vasto, de pensamientos complejos y ordenados, de una perspectiva antigua y lúcida. Es como sostener la memoria condensada de una mente brillante.
Con manos temblorosas, abro el libro. Las páginas no son de papel ni de vitelo sintético. Parecen estar hechas de finas láminas de algún metal oscuro o un polímero avanzado, flexibles pero resistentes. Emiten un suave susurro metálico al pasar. Y están cubiertas, densamente, por una escritura intrincada y desconocida. Son los mismos caracteres curvilíneos y geométricos que he visto en los murales de los Arquitectos, la misma escritura alienígena que desafía cualquier intento de traducción convencional.
Es incomprensible. Pero mientras paso las páginas lentamente, siento que mi sensibilidad a los Ecos reacciona. Las líneas y curvas de la escritura parecen vibrar sutilmente, resonando con los patrones geométricos que vi en el Nexo y en la Brújula. No puedo leer las palabras en un sentido normal, pero puedo... sentir su significado, de forma abstracta, intuitiva, como si la información se filtrara directamente en mi mente a través de la resonancia.
Parece ser un tratado. Un estudio profundo sobre la naturaleza de los Ecos, sobre la Señal fundamental de la realidad, sobre la estructura del espacio-tiempo y las consecuencias de su manipulación. Habla de conceptos que apenas puedo empezar a comprender: la "disonancia entrópica" (¿una referencia al Devorador?), la "resonancia armónica" (¿la Señal que los Custodios intentan preservar?), y los peligros inherentes a la "cristalización lógica" (¿la invasión pre-Cacofonía que vi en el Nexo? ¿O quizás una advertencia profética sobre algo parecido a la filosofía de los Mecanistas?).
Es denso, increíblemente complejo, y solo puedo captar fragmentos, ideas abstractas, como escuchar ecos de una conferencia científica en una lengua muerta. Pero siento una oleada de emoción, de esperanza. Esto es conocimiento. Conocimiento antiguo, vital, directamente de la fuente, de los propios Arquitectos del Vacío.
Quizás esto sea lo que necesito. Una clave. Una forma de entender el mapa estelar, de entender mi propio poder, sin depender de las interpretaciones sesgadas y las agendas ocultas de los Custodios o los Mecanistas. Una tercera vía.
Con sumo cuidado, guardo el libro antiguo en el interior de mi túnica, junto al mapa estelar. Ahora porto dos artefactos de poder y conocimiento inmenso. Son mi responsabilidad. Mi carga. Y quizás, mi única esperanza.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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